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Carrusel: Hablando de economía: ¿Dónde quedó el piedrón del Pípila?

López Obrador: Admirable capacidad camaleónica
No cabe duda que el presidente Andrés Manuel López Obrador siempre tiene a la mano una gigantesca caja china, con un interminable catálogo de trucos y pirotecnia, mucha pirotecnia. La tiene para quemar cuetes a diario y crear tantas cortinas de humo como le sean necesarias, para desviar la atención pública sobre los asuntos verdaderamente importantes y sobre la alarmante caída en picada de su cuarta transformación.

El problema es que ya son tantos, tan seguidos y tan evidentes sus tropezones, que cada vez más mexicanos comienzan a retirarle la credibilidad que como cheque en blanco le extendieron al llevarlo a la Presidencia. Lo demuestran las encuestas más recientes.

Y lo que es peor: contrario a sus propios llamados al ejercicio del poder con humildad –sin fantochadas, dijo en su momento a los alcaldes de Morena- cada vez es más evidente su propensión al “yoismo” de quien cree entender y saber todo por encima de los demás. No hay nada más allá de lo que el señor sostiene, y con su sola palabra basta para avasallar y/o ningunear a los más avezados especialistas, filósofos, estudiosos o pensadores.

Es La Verdad Encarnada y por ello hace y deshace –más lo segundo que lo primero- en un país que triste y súbitamente se quedó sin los indispensables contrapesos que todo régimen democrático necesita para el sano equilibrio del poder. López Obrador lo ejerce peligrosamente solo y con rasgos cada vez más preocupantes de paranoia y megalomanía, de un ascendrado culto a la personalidad.

¿No se da cuenta el Presidente de que conforme acumula dislates se le toma menos en serio, y más como material de chacota, de pitorreo?

Ahora, como si el país estuviera en paz y en pleno auge económico, López Obrador acaba de anunciar con bombo y platillo que se dio tiempo para sacar ooootro libro de su autoría: “Hacia una economía moral”, que no pocos califican ya como un mamotreto, un bodrio sin pies ni cabeza con el cual según él sepulta al neoliberalismo como modelo económico imperante, para aportar al mundo otro inédito y maravilloso que automáticamente encaminará a la humanidad al paraíso.

Seguramente los dueños del dinero en el mundo ya están haciendo cola para comprar el nuevo cañonazo editorial, mientras Wall Street tiembla y los economistas más reputados se topetean contra la pared por no haber podido nunca dar en el clavo sobre la vía económica ideal, que López Obrador halló en un tronar de dedos, plasmó en unas cuantas hojas y piensa vender en la módica suma de 140 pesitos., al alcance de cualquier beneficiario de 70 y más.

Y eso que está saturado de chamba, especialmente con la inseguridad, arreglándola a punta de abrazos.

Hernán Cortés: a juicio, por usurpar funciones
Hernán Cortés: A juicio, por usurpar funciones
Partiendo del avance que dio sobre su obra, lo que no se sabe es si realmente López Obrador la escribió –o se la redactó su esposa, da igual- en serio o espera que se le tome como tal, cuando la inicia dando chabacanas y dudosas lecciones de historia, como la de etiquetar al conquistador Hernán Cortés como el primer autor de un fraude en México y a los capitanes de su ejército como los primeros corruptos en este país, por hincarle el diente a lo que le correspondía a la corona del tesoro de Moctezuma.

Apegados a la historia, encontraríamos que Cortés no hizo nada diferente a lo que hacían los emperadores aztecas o los caciques regionales, sólo que él les dio matanga en nombre de un rey extranjero, el de España. (Que se le haya olvidado mostrar la charola real impresa en cuero de cochi, esa es otra cosa: a la mejor la olvidó en alguna cantina, o en sus apuros por treparse al barco para venir a matar indios).

En cuanto a que sus capitanes fueron los primeros corruptos, equivale a decir (desde la óptica Pejista) que antes de su llegada toooodos los indios eran “pueblo bueno y sabio”, incapaces de robar o matar una mosca, difícil de creer cuando se sabe que practicaban sacrificios humanos con más ferocidad que los “Zetas”, lo cual es mucho decir.

Otra vez: su palabra sobre la de tantos investigadores e historiadores que se han quemado las pestañas a lo largo de los siglos.

Y si por ahí va todo el libro, es de esperarse la carcajada mundial que desatará, aunque acá en casa se oiga quedita, para no molestar a Su Alteza Serenísima, a La Verdad Encarnada, so pena de recibir fulminante excomunión y ser incluidos ipso facto en las filas de los conservadores, los reaccionarios o los Fifís, a los que ningún chile les embona, como diría Peña Nieto.

A reserva de echarle un vistazo a fondo a la magna obra que seguramente incluirán en sus cátedras prestigiosas universidades como las de Harvard, Oxford o Cambridge, valdría la pena preguntarle al señor Presidente si su investigación “histórica” lo llevó a resolver una larga cadena de misterios que siempre han atormentado a los mexicanos, o si los tiene contemplados para una segunda o tercera edición. Total, es admirable su capacidad para transformarse: de Presidente a pastor de almas, a experto en economía y en historia; nada más le falta pontificar sobre Ovnis.

Abusando de su conocida terquedad para desenredar entuertos e ilustrarnos con la verdad-verdad histórica, podríamos pedirle que nos clarifique algunos puntos de nuestro glorioso pasado y hasta hacerle algunos encargos. Entre ellos:

1.- ¿Dónde quedó el dios Quetzalcóatl, que según la leyenda en mala hora abandonó a su pueblo y se perdió por mar rumbo al Oriente? Si nadie volvió a verle ni la cola de serpiente emplumada, ¿no sería el primer secuestrado y desaparecido de México? ¿No es un caso para Alfonso Durazo?

2.- Si Cortés ejecutó aquí el primer fraude autonombrándose alcalde de Veracruz por sus pistolas, ¿entonces el rey Carlos I de España fue el primer “innombrable”? Y así como AMLO exigió al Papa y al actual monarca español que se disculpen por los abusos cometidos durante la colonia, ¿no será hora de abrirle al tal Cortés un juicio post mortem de desafuero, por usurpación de funciones? La iniciativa podrían encargársela a algún palero en el Congreso, como el ilustre y cultísimo Fernández Noroña.

3.- Si La Malinche se amancebó con Cortés, ¿debe ser considerada la primera dama de tacón dorado de México? Y si hasta le funcionó como traductora, entonces? fue la primera traidora que atentó contra el “pueblo bueno y sabio”? En ese tenor, ¿sería La Malinche tataratatarabuela del PRI, el PAN y el PRD?

4.- Si los tlaxcaltecas se aliaron con Cortés para darle en la torre a los aztecas, ¿no deben ser considerados también traidores a la patria que los vio nacer? ¿No es hora de “quemarlos” así en los libros de texto, por chaqueteros? ¿O ya están perdonados por la historia oficial de la 4T porque –como los narcos ahora- también eran “pueblo”?

Calderón: ¿Será descendiente de Alvarado?
5.- Si Pedro de Alvarado masacró a destajo a por lo menos 400 aztecas en la matanza del Templo Mayor, ¿no merece también juicio post mórtem por genocidio? ¿No es un caso peor que el de los 43 de Ayotzinapa y como para que se estrene doña Chayo Piedra al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos? Y si le rascan en el árbol genealógico a Pedro de Alvarado, ¿no se descubrirá que fue pariente de Felipe Calderón, por aquello de su tendencia a las guerras de exterminio, en vez de recurrir a los abrazos y los besos?

¿Por qué en vez de espadazos y cuchillazos no repartió becas, metiéndole mano al tesoro de Moctezuma? Y el mismo Moctezuma, ¿no sería un raterazo de la mafia del poder por haber acumulado tal tesoro, provocando la envidia de los tlaxcaltecas, que se le fueron encima con tal de arrebatárselo?

6.- Si Fray Bartolomé de las Casas fue reconocido como defensor de los indios en la Nueva España, ¿lo hacía por convicción y piedad, o bajo cuerda también pedía “mochada” a los aborígenes que protegía? ¿No será el antecedente más lejano de los intermediarios mocha-presupuestos que ahora fustiga López Obrador?

Ya entrados en gastos pero históricamente más cerca, ojalá el Presidente o su esposa nos ilustraran con sus amplísimos conocimientos, y sobre todo con su férreo empeño justiciero que trasciende los siglos, sobre tres casos más:
1.- ¿Dónde quedó el piedrón que según la historia oficial cargó El Pípila en el lomo durante la toma de la Alhóndiga de Granaditas? ¿Por qué no está en algún museo para rendirle culto como se debe, o para exhibirlo en los desfiles de la Independencia? ¿Acaso se lo robaron Fox o Calderón?

2.- Las pañoletas que se amarraba en la cabeza José María Morelos, ¿eran de artesanía indígena o chinas? A ver si no resulta que también era malinchista y le gustaba el contrabando…

3.- ¿Dónde quedó la cabeza del general Pancho Villa? ¿La tendría la mafia en el poder o terminaría en alguna fosa clandestina? ¿No es un caso para el fiscal Alejandro Gertz Manero?

Sabemos que son demasiadas las preguntas y los temas por aclarar, pero como el señor Presidente y su historiadora de cabecera tienen tanto tiempo libre, no dudamos que puedan resolverlas. Ya ve usted, estimado lector: en apenas un año descubrió no sólo cómo cambiar la economía de México, sino ¡la del mundo!

Si no les alcanza el sexenio, no faltará lambiscón que les promueva la reelección, para que sigan haciéndole al Jaime Maussán, desentrañando los misterios del tercer milenio…

(PD: Dirá usted, estimado lector, que el título de esta columna no tiene nada qué ver con economía. No se preocupe: ¡el libro de López Obrador tampoco!)

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