Carrusel: La CTM deja otra pelota en la cancha de los Morenistas
Javier Villarreal, con diputados sonorenses: A ver si es cierto
|
Recién desempacado de la capital del país, el dirigente cetemista Javier Villarreal Gámez da cuenta –con cierto entusiasmo- de la reunión que mandos de esa central sostuvieron con diputados federales sonorenses, planteándoles una exigencia que no por añeja ha dejado de ser justa: aliviar la pesada carga impositiva con la cual el gobierno exprime los exiguos ingresos de los trabajadores.
Les llevaron uno de los resolutivos tomados por la CTM en su pasada asamblea estatal, que de lograrse significaría un tanque de oxígeno para los obreros y sus familias: la exención en el pago de impuestos por tiempos extras, vacaciones, aguinaldos y el reparto de utilidades.
López Obrador: Está lucido… De miserable
|
“Los nuevos tiempos nos indican que debe de haber una mayor justicia fiscal, un equilibrio en la carga fiscal, que a la vez nos permitiría cumplir uno de los objetivos de este gobierno, que es el de dar prioridad a los pobres”, dijo.
Un ejemplo de cómo esa injusticia tributaria termina por repercutir hasta contra las empresas, lo dio con el caso de las horas extras, pues hay trabajadores que mejor las rechazan porque al final de cuentas terminan embolsándose una miseria, con la certeza a cambio de que están trabajando para el gobierno, por la tarascada que éste le pega al sueldo en impuestos.
“Ante los grandes descuentos que se aplican, no es atractivo el pago que finalmente les queda, es decir, no representa una entrada extra de dinero”, explicó.
Incluso, añade Villarreal, se llega al extremo de que cuando un patrón necesita que le echen la mano laborando extra, los trabajadores añaden peticiones extras, como que les organicen “carne asada o alguna comida especial”.
De ese pelo.
En cuanto a vacaciones, aguinaldos y reparto de utilidades, la demanda de los trabajadores no puede ser más justa, porque si a lo largo del año ya se les descontó puntualmente un rosario de impuestos de su sueldo, ¿por qué quitarles todavía sobre lo poco que puede caerles como extra para alivianar a sus familias?
El propio Presidente López Obrador acaba de reconocer que el salario mínimo de México necesita otro aumento para mejorar las condiciones de vida de los obreros, entonces ¿por qué no pensar en que la otra vía más adecuada para eso es quitarles carga fiscal?
En entrevista televisiva desde Hermosillo, se vio a Javier Villarreal muy motivado por la forma “receptiva” en que los diputados federales de Morena escucharon el reclamo cetemista, especialmente porque en la plática estuvieron el presidente de la Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados, Manuel de Jesús Baldenebro Arredondo y el secretario de la Comisión de Hacienda, Javier Lamarque Cano, ambos sonorenses y –supuestamente- con rango y peso suficiente como para pelear lo justo allá donde se debe y donde se tomarán las decisiones que perfilarán el presupuesto federal del 2020.
Para que quede constancia, en la reunión también participaron los diputados Wendy Briceño Zuloaga, Heriberto Aguilar Castillo, Manuel López Castillo y Marco Antonio Carbajal, integrantes de diversas Comisiones.
Habrá que ver ahora cuánto del optimismo de Javier Villarreal es justificado, porque hasta el momento, ningún legislador federal por Sonora ha dicho esta boca es mía a la hora de plantear ante Su Alteza Serenísima la urgente necesidad de que afloje la bolsa en apoyo a los estados y municipios, en una actitud lacayuna de no hacer olas, no vaya a ser que se moleste el Papa laico de la Cuarta Transformación.
Rebajar la carga fiscal de los trabajadores sería un campanazo (en términos beisboleros se diría que es una recta al pecho) cuyos beneficios políticos bien podrían embolsarse el propio Presidente y los legisladores Morenistas…siempre y cuando a éstos les caiga el veinte de que representan a miles de sonorenses que les consiguieron su curul y por lo menos se atrevan a abrir la boca a favor de ellos, dejando de lado el triste papel de focas aplaudidoras de espectáculos circenses.
Ya se sabe que el “bolsa de fierro” de López Obrador está lucido de miserable no sólo a la hora de agandallar los recursos, sino de recortar los que ya existían, pero por lo menos, los legisladores sonorenses tienen la obligación moral de asumir una postura digna a favor de su estado y sus municipios.
Ahí tiene usted, estimado lector, el penoso caso de la alcaldesa Chayito Quintero, a quien un día sí y otro también le recuerdan en redes sociales su promesa de que una vez llegando al poder Su Alteza Serenísima, podría pavimentar toooodo Navojoa. Y es hora de que a un año de distancia, López Obrador no le ha tirado ni con un mugroso baldazo de tierra para tapar un bache.
¿Así cómo, pues?
NOTICIAS DEL LADO OSCURO
DE BACHES A SOCAVONES.- A propósito de baches, la que tampoco halla la puerta porque con las lluvias la ciudad parece haber sido bombardeada, es la alcaldesa de Hermosillo, Célida López Cárdenas, ahora con el agravante de que un pobre ciclista desapareció “tragado” por un socavón y siguen sin dar con él.
Vistas las cosas en perspectiva, quedan como peccata minuta los recordatorios maternales por el pésimo estado de las calles, ahora que se atravesó una tragedia de estas dimensiones, que trae a una familia con el Jesús en la boca y desorientadas a las propias autoridades de protección civil, porque nunca en la historia se había registrado una desgracia así y obviamente tampoco tienen experiencia en rescates de este tipo. Pobre hombre.
Alfonso Durazo: Muy caros, los abrazos
|
Largo se le hará a Alfonso Durazo el tiempo de que se llegue el periodo electoral en Sonora para pedir la bendición del Papa laico y tirarle los fierros de la Secretaría de Seguridad, para venir a buscar la Gubernatura.
Será cuestión de ver con qué entorchados llega, porque a como se ven las cosas, de aquí allá sólo traerá el fúnebre mensaje de “Nada qué presumir”, que expresó en una “mañanera” el mismo día en que mataron en Michoacán a 13 policías.
Por si algo le faltara, al día siguiente hubo 15 muertos más en choque de sicarios contra el ejército, en Guerrero. Y que se den de santos los militares de que López Obrador no los regañó por repeler la agresión en vez de repartir besos y apapachos.
Están saliendo caros los abrazos, definitivamente.
Post a Comment