'Que dios los perdone'; cuando el pueblo se equivoca
Puebla, México a 03 de Septiembre.-
El 7 de agosto el diablo se apareció en Tepexco y Cohuecan, en Puebla.
A las 11 de la mañana autoridades policiacas recibieron el reporte del secuestro de Armando “N”, un agricultor que fue plagiado por delincuentes que viajaban en un vehículo KIA, color azul, con reporte de robo.
La noticia brincó de las instancias oficiales al vox populi. Y los propios pobladores iniciaron una persecución con apoyo de la policía municipal de Cohuecan, el municipio vecino.
La sangre comenzó a correr apenas minutos después cuando, a toda velocidad, los secuestradores accionaron sus armas y en el intercambio de disparos murió un civil que conducía una camioneta sobre la carretera. Ahí, la policía logró detener a dos de cuatro plagiarios, y rescató a la víctima.
En esos momentos, Ulises Odair Pastor Abrajan y su cuñado Merary ZurielSánchez Rodríguez, quienes habían viajado de Guerrero a Puebla un año antes y trabajaban en un rancho cercano para mandar dinero a sus familiares en Chilpancingo, salieron a comprar comida, cuando vieron la agitación de la gente que venía hacia ellos. Rápidamente la horda capturó y comenzó a golpear a Zuriel, mientras Ulises logró escapar y corrió hacia unas barrancas donde pudo esconderse momentáneamente.
Pero su destino estaba marcado por la intolerancia. Enardecidos, los pobladores lo buscaban por todos los rincones, acompañados por caballos y perros, mientras él lograba comunicarse con su esposa, a quien en una videollamada le contó su angustiosa situación: unas 300 personas lo cazaban.
Si no salgo de esta, quiero decirte que no tengo nada que ver, y no hay de otra, que Dios los perdone”, fue lo último que le dijo Ulises a su mujer, y antes de que se cortara la llamada le pidió llamar a su patrón, para que él lo aclarara.
No hubo tiempo. Apenas colgado el teléfono, fue encontrado por los habitantes. Los golpes fueron lo primero. Lo cocieron a patadas.
En el camino, los pobladores encontraron a Orlando y a otro joven, Julio, escondidos entre la maleza y fueron señalados como los otros dos secuestradores que lograron escapar; sin embargo, la policía municipal los detuvo y los llevó hasta la comandancia de Tepexco, donde fueron liberados por la población para lincharlos.
Los policías locales supieron de esta masacre, pero poco pudieron hacer contra los enardecidos pobladores.
No a las autoridades. Nosotros haremos justicia por nuestra propia mano”, les gritaban. Y se negaron a negociar con la misma energía con la que les arrebataron a la policía a los detenidos.
NADA AMAINABA LA FURIA COLECTIVA
La Segob estatal, la Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública informaron que la turba enardecida decidió colgarlos en un paraje ubicado sobre la carretera Los Reyes-Teolco-Cohuecan para después llevar los cuerpos a la presidencia municipal de Tepexco y prenderles fuego.
El quinto linchamiento fue el colmo del absurdo, cuando un hombre arribó a la comandancia de Tepexco para preguntar por la situación de Orlando, quien tenía 16 años, y de Julio, sus trabajadores. Al identificarse como patrón de estas dos personas, la población lo retuvo y lo señaló como el líder de la banda de secuestradores. Y sin más también fue golpeado y linchado en ese mismo momento.
Nada hicieron las autoridades ante la hostilidad de la gente. La Secretaría de Seguridad Pública de Puebla informó que las fuerzas estatales se replegaron para permitir las labores ministeriales y así distender la situación que prevaleció a lo largo del día, acción que fue aprovechada por un numeroso grupo de pobladores, quienes emprendieron una persecución que derivó en el linchamiento de dos personas más.
Cuando cayó la noche, siete personas habían muerto en el paraje conocido como El Calvario, en el poblado de Los Reyes Teolco, en el municipio de Cohuecan, en Puebla, donde el diablo hizo de las suyas: Genaro, Orlando, Julio, Rodolfo, Zuriel, Moises y Ulises Odair.
Y de acuerdo con personal del Tribunal Superior de Justicia, Orlando falleció por asfixia mecánica por ahorcamiento, pues además de darle una golpiza, los pobladores lo colgaron de un árbol en la plaza pública. También murieron por asfixia mecánica Genaro y Julio, mientras que Moisés y Ulises murieron por golpes en la cabeza, pues sus cuerpos presentaron traumatismo craneoencefálico.
Linchar. Dice la Real Academia Española: Ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo.
Los linchamientos se suceden en México con una frecuencia preocupante. Y la posibilidad de que la horda se equivoque es muy alta. Este puede ser acaso el punto de quiebre. Contó la esposa de Ulises.
Alcancé a escuchar ya muy cerca el ladrar de los perros y las pisadas de los caballos... Ulises me dijo que se llevaron a mi hermano y él corrió asustado a esconderse en una barranca, ahí fue cuando llorando me alcanzó a decir que no sabía qué había pasado, porque la gente estaba alzada y me aseguró que era inocente, incluso me pidió que llamara a su patrón para que los ayudara (...) sin embargo poco después se cortó la comunicación.”
"Que Dios los perdone”, dijo a su esposa. Y murió cocido a patadas y ardiendo colgado de un árbol.
CINCO DE LAS SIETE VÍCTIMAS, INOCENTES
Cinco de las siete personas linchadas eran inocentes, pues no pertenecían a ninguna banda de secuestradores.
De acuerdo con la Secretaría de Gobernación, entre quienes no tenían ninguna relación con el secuestro y que eran trabajadores de la zona destaca el menor de edad, identificado como Orlando N., de 16 años y Julio N. de 32 años, ambos originarios de la junta auxiliar de Santa María Xonacatepec, así como su patrón. Lo mismo Ulises Odair y Zuriel, quienes sólo salieron por comida.
Y ahora, a pagar las consecuencias de los excesos.
La brutalidad es una espiral interminable. Vecinos de Tepexco aseguran que son asediados por secuestradores de Santa María Xonacatepec, quienes estarían buscando venganza por el linchamiento. Pero el pueblo que sí se equivoca, advierte que si las autoridades estatales y municipales no les garantizan protección, volverán a tomar las armas para cazar a los delincuentes y cometer nuevos asesinatos tumultuarios.
A través de un comunicado, la Secretaría de Seguridad comentó que se realizan labores para contener el clima de tensión que se registra en este territorio, y restablecer el orden en la región poblana azotada por el crimen.
De los 217 municipios que tiene el estado de Puebla, entre los menos mencionados sin duda están Tepexco y Cohuecan, hasta ahora que ingresaron al mapa de los ajusticiamientos por decisión propia.
A las 11 de la mañana autoridades policiacas recibieron el reporte del secuestro de Armando “N”, un agricultor que fue plagiado por delincuentes que viajaban en un vehículo KIA, color azul, con reporte de robo.
La noticia brincó de las instancias oficiales al vox populi. Y los propios pobladores iniciaron una persecución con apoyo de la policía municipal de Cohuecan, el municipio vecino.
La sangre comenzó a correr apenas minutos después cuando, a toda velocidad, los secuestradores accionaron sus armas y en el intercambio de disparos murió un civil que conducía una camioneta sobre la carretera. Ahí, la policía logró detener a dos de cuatro plagiarios, y rescató a la víctima.
En esos momentos, Ulises Odair Pastor Abrajan y su cuñado Merary ZurielSánchez Rodríguez, quienes habían viajado de Guerrero a Puebla un año antes y trabajaban en un rancho cercano para mandar dinero a sus familiares en Chilpancingo, salieron a comprar comida, cuando vieron la agitación de la gente que venía hacia ellos. Rápidamente la horda capturó y comenzó a golpear a Zuriel, mientras Ulises logró escapar y corrió hacia unas barrancas donde pudo esconderse momentáneamente.
Pero su destino estaba marcado por la intolerancia. Enardecidos, los pobladores lo buscaban por todos los rincones, acompañados por caballos y perros, mientras él lograba comunicarse con su esposa, a quien en una videollamada le contó su angustiosa situación: unas 300 personas lo cazaban.
Si no salgo de esta, quiero decirte que no tengo nada que ver, y no hay de otra, que Dios los perdone”, fue lo último que le dijo Ulises a su mujer, y antes de que se cortara la llamada le pidió llamar a su patrón, para que él lo aclarara.
No hubo tiempo. Apenas colgado el teléfono, fue encontrado por los habitantes. Los golpes fueron lo primero. Lo cocieron a patadas.
En el camino, los pobladores encontraron a Orlando y a otro joven, Julio, escondidos entre la maleza y fueron señalados como los otros dos secuestradores que lograron escapar; sin embargo, la policía municipal los detuvo y los llevó hasta la comandancia de Tepexco, donde fueron liberados por la población para lincharlos.
Los policías locales supieron de esta masacre, pero poco pudieron hacer contra los enardecidos pobladores.
No a las autoridades. Nosotros haremos justicia por nuestra propia mano”, les gritaban. Y se negaron a negociar con la misma energía con la que les arrebataron a la policía a los detenidos.
NADA AMAINABA LA FURIA COLECTIVA
La Segob estatal, la Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública informaron que la turba enardecida decidió colgarlos en un paraje ubicado sobre la carretera Los Reyes-Teolco-Cohuecan para después llevar los cuerpos a la presidencia municipal de Tepexco y prenderles fuego.
El quinto linchamiento fue el colmo del absurdo, cuando un hombre arribó a la comandancia de Tepexco para preguntar por la situación de Orlando, quien tenía 16 años, y de Julio, sus trabajadores. Al identificarse como patrón de estas dos personas, la población lo retuvo y lo señaló como el líder de la banda de secuestradores. Y sin más también fue golpeado y linchado en ese mismo momento.
Nada hicieron las autoridades ante la hostilidad de la gente. La Secretaría de Seguridad Pública de Puebla informó que las fuerzas estatales se replegaron para permitir las labores ministeriales y así distender la situación que prevaleció a lo largo del día, acción que fue aprovechada por un numeroso grupo de pobladores, quienes emprendieron una persecución que derivó en el linchamiento de dos personas más.
Cuando cayó la noche, siete personas habían muerto en el paraje conocido como El Calvario, en el poblado de Los Reyes Teolco, en el municipio de Cohuecan, en Puebla, donde el diablo hizo de las suyas: Genaro, Orlando, Julio, Rodolfo, Zuriel, Moises y Ulises Odair.
Y de acuerdo con personal del Tribunal Superior de Justicia, Orlando falleció por asfixia mecánica por ahorcamiento, pues además de darle una golpiza, los pobladores lo colgaron de un árbol en la plaza pública. También murieron por asfixia mecánica Genaro y Julio, mientras que Moisés y Ulises murieron por golpes en la cabeza, pues sus cuerpos presentaron traumatismo craneoencefálico.
Linchar. Dice la Real Academia Española: Ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo.
Los linchamientos se suceden en México con una frecuencia preocupante. Y la posibilidad de que la horda se equivoque es muy alta. Este puede ser acaso el punto de quiebre. Contó la esposa de Ulises.
Alcancé a escuchar ya muy cerca el ladrar de los perros y las pisadas de los caballos... Ulises me dijo que se llevaron a mi hermano y él corrió asustado a esconderse en una barranca, ahí fue cuando llorando me alcanzó a decir que no sabía qué había pasado, porque la gente estaba alzada y me aseguró que era inocente, incluso me pidió que llamara a su patrón para que los ayudara (...) sin embargo poco después se cortó la comunicación.”
"Que Dios los perdone”, dijo a su esposa. Y murió cocido a patadas y ardiendo colgado de un árbol.
CINCO DE LAS SIETE VÍCTIMAS, INOCENTES
Cinco de las siete personas linchadas eran inocentes, pues no pertenecían a ninguna banda de secuestradores.
De acuerdo con la Secretaría de Gobernación, entre quienes no tenían ninguna relación con el secuestro y que eran trabajadores de la zona destaca el menor de edad, identificado como Orlando N., de 16 años y Julio N. de 32 años, ambos originarios de la junta auxiliar de Santa María Xonacatepec, así como su patrón. Lo mismo Ulises Odair y Zuriel, quienes sólo salieron por comida.
Y ahora, a pagar las consecuencias de los excesos.
La brutalidad es una espiral interminable. Vecinos de Tepexco aseguran que son asediados por secuestradores de Santa María Xonacatepec, quienes estarían buscando venganza por el linchamiento. Pero el pueblo que sí se equivoca, advierte que si las autoridades estatales y municipales no les garantizan protección, volverán a tomar las armas para cazar a los delincuentes y cometer nuevos asesinatos tumultuarios.
A través de un comunicado, la Secretaría de Seguridad comentó que se realizan labores para contener el clima de tensión que se registra en este territorio, y restablecer el orden en la región poblana azotada por el crimen.
De los 217 municipios que tiene el estado de Puebla, entre los menos mencionados sin duda están Tepexco y Cohuecan, hasta ahora que ingresaron al mapa de los ajusticiamientos por decisión propia.
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