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El emir de Dubái invita solo a hombres a la boda de tres de sus hijos


INTERNACIONAL, 6 DE JUNIO.-
El emir de Dubái, el jeque Mohamed Bin Rashid al Maktum, ofreció ayer jueves una recepción con motivo del enlace nupcial de su heredero, el jeque Hamdan, y otros dos de sus hijos, los jeques Maktum y Ahmed. Los tres se casaron el pasado 15 de mayo en una ceremonia religiosa privada, pero de acuerdo con la costumbre islámica el matrimonio no se hace efectivo hasta el día fijado para la boda. Como es tradicional, a la fiesta sólo acuden los parientes varones de los contrayentes y sus invitados hombres. Las mujeres lo celebrarán de forma separada en los próximos días.

Todas las novias pertenecen a alguna de las ramas de la familia gobernante, los Al Maktum. El heredero, de 36 años y que preside el Gobierno de Dubái, se ha casado con la jequesa Saikha Bint Said Bin Thani al Maktum; su hermano Maktum, de 35 y que ejerce de vicegobernador del emirato, con la jequesa Maryam Bint Butti al Maktum; y Ahmad, de 32 y que preside la Fundación para el Conocimiento que lleva el nombre de su padre, con la jequesa Midya Bint Dalmuj al Maktum. La información oficial no indica ni las edades ni las ocupaciones de las princesas.

Desde que hace tres semanas la oficina del jeque Mohamed anunciara los esponsales, se han multiplicado las imágenes del emir y sus tres hijos, tanto en los periódicos como en las redes sociales. Que nadie espere una foto de las parejas. A pesar de la modernidad que proyectan sus rascacielos y su apertura al turismo, Dubái, uno de los siete integrantes de la federación de Emiratos Árabes Unidos, sigue aferrándose a las tradiciones. Es una forma de reforzar la identidad nacional en un país en el que la población local es minoritaria: de los nueve millones y medio de habitantes, apenas un millón son emiratíes.

En las familias tradicionales de la península Arábiga, las mujeres se mantienen fuera de la vista de los extraños. La jequesa Hind, principal esposa del emir y madre de los tres príncipes que ahora se casan, apenas es conocida fuera de su círculo familiar. Aunque la segregación va desapareciendo poco a poco de la vida pública, los gobernantes tienen en consideración el tejido social de sus países. Muchas emiratíes trabajan en todos los sectores de la economía y Emiratos se precia de tener nueve ministras entre los 32 miembros del Gobierno. No obstante, en cafeterías y actos públicos mujeres y hombres tienden a hacer grupos separados.

Además, llama la atención la edad de los novios. Aunque los primeros matrimonios también se han retrasado en esta parte del mundo, los príncipes superan los 27 años a los que, según las últimas estadísticas, se casan los emiratíes (24 en el caso de ellas). En cualquier caso, la boda sigue siendo un paso obligado para la plena aceptación en sociedad de un adulto.

Desde hace una semana la decoración luminosa que lucen las casas de los contrayentes anuncia la triple boda. Los esponsales de las monarquías del Golfo suelen ser un asunto privado sin el eco que alcanzan los de la realeza europea en la prensa rosa. Sin embargo, Dubái siempre ha destacado. Ya en 1979 cuando el jeque Mohamed se casó con la jequesa Hind, el emirato tiró la casa por la ventana en la celebración, para la que se construyó un estadio con un aforo para 20.000 personas. Esta vez, la recepción a los invitados tiene lugar en el edificio del World Trade Center, mientras las redes sociales hacen de estadio virtual para el resto.

De hecho, antes de la confirmación oficial, la fecha de la boda se conoció por las imágenes de la invitación que algunos de los destinatarios difundieron en sus cuentas. Significativamente, la única figura femenina asociada con la noticia ha sido la de la gobernanta de los tres príncipes, conocida como Mama Noora, quien aparece junto a ellos en la foto de su Instagram con la que les felicita.

El Gobierno de Dubái también ha utilizado las redes para difundir imágenes de la cita de este jueves. En ellas se ve la llegada de los invitados, con los gobernantes de los otros emiratos en primer lugar, vestidos con la túnica tradicional (kandora)y la capa ribeteada en oro (bisht), mientras una troupe masculina ejecuta la danza del palo (Al Ayala). Sólo ese saludo puede durar un par de horas. Pero a decir de experiencias anteriores, la fiesta más espectacular será la que reúna a las mujeres. La pista al respecto la ofreció hace un año la jequesa Maryam, una de las 14 hijas del emir, al difundir unos inusitados vídeos del espectáculo que había ofrecido a las invitadas a su boda. Aunque en las grabaciones no se ve a las asistentes, es habitual que éstas compitan con modelos de alta costura y joyas espectaculares.

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